viernes, 3 de octubre de 2014

MOONROSE CP-23




capitlo 23: la claridad de la verdad



-Miau….miau..- maullaba la gata sin sentido alguno, solo miraba  el lado oscuro de la luna.

Way llego a casa aún mucho más enojado después de lo que había pasado.

Pobre Frank el pagaría todo los platos rotos de todos.

Azoto la puerta indicando su llegada, Frank aún estaba sobre la cama  al escuchar el sonido de la puerta lo guardo mientras que en su Cabeza aquella frase aún estaba presente.

“Mi paz yace en el lecho de tu muerte “

Con aquellos análisis parecía tomar más forma esa frase que Gerard le dijo a Frank aquella vez, el mismo día en que John dejo de existir.

-Frank te llego la hora…- dijo gritando entrando

-Miau..Miau…- maullaba con desesperación la gatita una película de terror todo era perfecto para el acto de la tortura.

-¿Porque nunca…- dice  el menor con su rostro envueltos en lágrimas, el menor estaba destrozado.

-¿Nunca?- dice Gerard desentendido, nunca lo vio así

-¿Nunca me dijiste del soplo?-

-Ese no es tu problema- dice esquivando el tema- ¿por qué putas hurgas mis cosas?-

-No me cambies de tema…-

-Ya cierra la boca  que me irritas…-

-No me cambies de tema maldición, no soy un tonto y sabes que me canse de ti, de todo…eres un genio de la maldad puedes hasta leer el pensamiento y no te das cuenta, pero lo que as me duele es que en realidad te has cerrado… te cierras no quieres ver la verdad… te niegas  verla no la aceptas, ¿Por qué? no se…-  se confesó, le dijo  lo que oscuramente el menor tenía guardado para sí mismo, solo que le falto el detalle de la confusión.

Una cadena de golpes, ocasionaría gracias a su pequeño detalle, cadena de dolor confusión golpes tortura.

“Mi paz yace en el lecho de tu muerte”

Si Gerard quería paz  Frank estaría dispuesto a darle esa paz, para su bien, para su corazón amargado y marchito de tanto dolor que le ocasionó el destino que le ocasiono aquella “traición”.

El pequeño se revelo, algo que el mayor no podía creer, y no lo consentiría ya que se suponía que él era el que controlaba las situaciones, por nada del mundo el dejaba que las cosas se salgan de control,
Sin embargo un desesperado Iero, un lastimado furioso rencoroso pero enamorado Iero era algo incontrolable.

Hermosas rosas, ellas que todo lo vieron esa pasión descontrolada bestial que solo ellos dejaron fluir, sin ningún tipo de obstrucción. Hermosas rosas, era las encargadas de dejar fluir la furia de Way, hermosas rosas lastimadas por la más hermosa, por la privilegiada de Way.

Frank empezó a destrozar todas aquellas hermosas rosas rojas, su único objetivo era dejar fluir su furia, para así despertar la de Way, con el fin de conseguir la paz de mayor.

Rompió jarrones,  destrozo aquella sutiles macetas, elevo por los aires los pétalos rojos  de las rosas. Distendió la cama, rompió los espejos, desgarro las almohadas, revoleo zapatos y ropas, en síntesis enloqueció
Al punto de que tiro, y destruyo algo muy especial para Gerard, el cual al darse cuenta de ello detuvo por completo su locura.

Empezó a desalojar las cosas del armario, tomo entre sus manos todo lo que estaba allí adentro y lo trajo abajo al suelo, encontró una cajita algo antigua pensó que solo habían joyas.

-¡¡No Frank…!!- demasiado tarde para los gritos de Gerard, Iero destrozo la cajita en el piso la rompió y se calmó, al notar que dentro de ella no había nada de oro nada de plata, solo: una pequeña piedrita un pétalo un rosario y una cartita.

-¿¡Que hiciste…!?- dijo Way arrodillándose para recoger los pedacitos de la caja de madera, y esas pequeñas pertenencias, se notaba nervioso y desesperado, las lágrimas que se escondían dañando su corazón por fin salieron a la luz.

Sus manos temblaban como un niño asustado cuando su papa lo regaña, era un lado nuevo descubierto por Frank, el cual miraba tónico.

-Gee…- dijo arrodillándose, y posando una de sus manos sobre el hombre de Way dando un pequeño salto de sorpresa y clavando un pedazo de manera en su mano.

Su sangre manchaba el color natural de la cajita destrozada, impregnando gotas de sangre en el brillo natural de aquel algarrobo

-Yo…-

-Frank…- tapo su rostro con sus manos- por  favor ándate, déjame solo-

-Yo no sabía-

-Por favor- su vos estaba quebrada y pasiva

-¿Que era? Yo solo quiero ayudarte…- decía tratando de separar las manos del rostro del mayor.

-Frank.. si no te vas te juro que te voy a matar…-

-Miau….- entro pansy un gatito colgando de su boca al parecer ya había parido y era por eso de sus maullidos. El pequeño cachorrito era blanquito como ella, pero tenía sus ojos negros como los de su padre.

-Pansy…- miro Frank hacia el lugar en donde se encontraba los felinos.
Gerard se paró con esas pequeñas cositas entre sus manos, dispuesto a salir del departamento

-Gee…- Frank tomo de su brazo.

-No me toque…- su vos era fría, en su rostro solo habían huellas de lo que en algún momento fueron lagrimas.

-¿Por qué no me dejas ayudarte?, yo quiero que todo vuelva a ser como antes que…-

-¿Que todo fuera como antes?, ¿quieres seguir lastimándome?… no Iero esos tiempos no volverán- dijo un resentido Way, mientras Salía de la habitación.

-Pero Gee… déjame…- dijo tomando su brazo.

-No querrás que te mate el día de tu cumpleaños verdad- Frank lo miro sorprendido, y después un par de lágrimas de felicidad resbalaron por sus mejillas

-Te acordaste….- dice mirando al suelo, para ocultar su alegría, sentía una pequeña esperanza una pequeña probabilidad de que la felicidad vuelva a toparse en su camino.


--
Por otra parte en otras calles, las lágrimas también seguían el mismo curso, felicidad alegría de haber encontrado el amor, rechazo por sí mismo por haberse enamorado de un ser incorrecto
-Discúlpame papa, mama lo lamento no era mi intención…- decía en un mar de lágrimas un joven de pelo negro ojos verdes esplendido y de corta estatura, si Billie le lloraba a una foto.

-Por favor, jure vengarles y solo conseguí más dolor, por favor…- lloraba sin control, que ironía de la vida ¿no lo creen?

-Dios, ayúdame justicia- gritaba para sí mismo mientras tiraba de sus propios cabellos- dame la fuerza para poder seguir por favor dios…- imploraba suplicas este joven totalmente destruido por la pena y el dolor


--


-¿Que parte de no te quiero más en mi vida no entiendes…-

-Tu eres el que no entiende nada…-

-No me obligues a matarte a golpes en este día…-

-¿Que tiene este día de especial?, más que mi puto cumpleaños, el día que murió mi madre, este asqueroso día es una mierda desde el primer segundo que el reloj marco las cero horas, ya todo está mal-

-Tienes razón todo está mal-

-¿Por qué no te puedo entender Gerard?, ¿Por qué?…- dice llorando el menor

-¡Deja de llorar me hartas…!- grita el mayor

-¿Cómo me pides algo así? no puedo hacerlo ¿no ves que me destruyes?-

-Lo sé- dijo en vos baja, mientras busca en su bolsillo las llaves

-Basta Gee… - dice poniéndose en su camino – acaba con este día, acaba con mi vida-

-Tengo cosas más importantes, córrete- dice frio y arisco.

¿Por qué no me tomas en cuenta?-

¿Por qué no eres nadie importante para hacerlo?-

-¿Asi?-

Cuanto puede hacer un ser enamorado para poder alcanzar la felicidad del ser amado ¿verdad?

Tiro lo que quedaba de la cajita y los objetos tan preciados por Way al suelo, quería llamar su atención, y al parecer la única forma que halló es provocándole dolor 

-Frank- dice Way agachando la mirada- no lo vuelvas hacer- dice ignorando los gritos desconsolado de Frank.

¿¡Porque putas no me escuchas!? Te estoy hablado- dice Frank mientras zamarreaba de la camisa de Way, el cual estaba en el piso recogiendo con delicadeza  cada pieza.

-MIERDA- dice aplastando el tesoro del mayor, un golpe en el estómago de Iero  le provoca el desequilibrio, lo tomo de los pelos lo arrastro hacia la habitación, por fin Frank logro captar su atención y liberar la furia de Gerard, Way.

 Desapareció para dejar a cargo al encargado de la destrucción lo sádico de la pasión, Moonrose controlo la situación.

Golpes y más golpes marcaban la tersa piel de Iero
Pansy la gatita, solo se encargaba de ver a sus crías, las cuales tan chiquitas e indefensas buscaban el cariño y calor de su madre,  eran 5 hermosos cachorritos entre ellos 2. Hembritas y 3 machitos, se veían fuertes y saludables y a pesar de sus pocos minutos de vida ya buscaba algún rastro leche por parte de su madre, la más chiquitina aún estaba algo desorientaba pues había sido la última en nacer, y nuestra cansada Pansy la tuvo prácticamente ya sin fuerzas.

Gritos de dolor salían desde la garganta de Frank, estaba con esa camisa que era su única protección, las manos de Way impactaban en seco en sus piernas, como bofetadas los casquitos indicaban el ardor en su piel y como siempre el odio de Gerard se marcaba en la piel de Frank.

Uno….dos….tres….cuatro…cinco… - gritaba Way mientras el cuerpo del pequeño parecía quebrarse al pegarse contra la pared, de espaldas de frente de un costado o del otro ya sea cual sea la forma el cuerpecito del más pequeño parecía trapo manejado por  Gerard.

Sin queja alguna Anthony se dejaba hacer, supo que el momento final de tanto dolor acababa al sentir las manos de Gerard tomar su cuello por última vez se estrelló su cuerpo contra esa dura pared de sementó.

Sus cuerpos estaban apegados el uno al otro, toda la fuerza del mayor se concentraba en sus manos y el cuello de Frank parecía que en cualquier momento se arrancaría.

Dime porque…- las lágrimas de Way bañaban su rostro, deslizándose a través de sus mejillas terminando su recorrido en sus manos.

-Nunca…me…dejaste…decírtelo….te amo…- decía el menor con dificultad para respirar.

-No mientas, si me amaras nunca me hubieses traicionado, yo te amaba me tenías, me tienes y me tendrás a tus pies siempre Iero…-

-Gracias…- movió sus labios tratando de agradecerle pero el aire le faltaba.

Por primera vez, Gerard se perdió en esos ojos  rojos por las lágrimas, almendrados por su naturaleza y profundos como su amor.

Su fuerza se perdió, su odio se quebró como si un ladrillo impactara en un espejo, un dolor intenso en sus venas obligo a reducir su presión en aquel cuello de su amado.

-Tienes razón. Perdóname por favor…- dijo mientras sus manos temblorosas secaban las lágrimas que marcaban en la pálida piel de su Gee-  sé que debí haber hecho, mas pero…- el llanto ahogaba sus palabras- yo lo intente, yo quise huir salir de aquella situación, pero no pude, trate de golpearlo y huir grite como nunca lo hice pero nada sirvió por favor perdón…- sus rodillas temblaron, las imágenes volvían a su mente de aquella noche, sus gritos de ayuda de dolor, los gritos de reclamo de Way los desgarros que marcaban su corazón, los golpes y las palabras que herían su alma.

Sin poder creer lo escuchado, sin poder entender y comprender esas palabras, se sintió tonto se sintió una mierda, su boca se abrió ligeramente sus ojos se hicieron grandes contemplando como lentamente Frank resbalaba con su cuerpo pegado a la pared.

Lo abrazo, Frank se aferró a su cuerpo lloraba sin control, incapaz de pronunciar palabra alguna, permanecía helado al escuchar esas palabras entre cortadas por el llanto.


-Yo no quería…. estaba angustiado, y salí a la calle tenía un mal presentimiento pensé que te pasaría algo, me senté en la banca y cuando me di cuenta intente huir pero no pude, fui muy débil y  el hizo lo que quiso con mi cuerpo no le importo, yo lo arañe pero él me golpeaba, en cuanto tuve  la oportunidad Salí corriendo, estaba nervioso no sabía cómo reaccionarias, tenía miedo de que te enojaras con migo, pero aun así lo hiciste y para empeorar creíste cualquier cosa pero te enojaste a fin de cuentas no valió la pena el que allá callado, John el sabía todo le conté todo me sentía avergonzado, él me dijo que no te tuviera miedo que te contara todo que no te enojarías, pero no lo hice si tal vez lo hubiese escuchado el estuviera con vida  no sabes cuánto me arrepiento, y esa vez cuando me reclamaste porque ya no lo hacíamos quise decírtelo pero no sabía cómo, no me salían las palabras y vos me …. Volviste a recordarme lo que se siente ser una persona violada pero eso no fue lo que dolió Gee, el problema fue que la persona que me violo esta vez fuiste tú...- dijo mientras sus dedos acariciaban los labios del mayor, este estaba atónico – perdón- decía sin cesar su llanto todas esas oraciones fueron dichas de una manera desgarradora ese relato, hizo que el odio de Way se volviera a reconstruir con el doble de fuerza y resistencia algo inquebrantable pero esta vez con destino hacia otra persona



No hay comentarios:

Publicar un comentario