Capitulo 15: Haciendo El Amor
Gerard se encargó de que Frank durmiese tranquilo sobre una cama limpia y cómoda, y aunque él también se hubiese cansado, unas inmensas ganas de dejarse llevar por sus manos surgieron dentro de él y así lo hizo.
Tomo una hoja y una pluma para escribir, miro por unos instantes al pequeño perdido en los sueños, y su mano simultáneamente empezó a escribir.
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[ Lo sé, se perfectamente por todo el dolor que él tuvo que pasar, por todas las lágrimas que el derramo gracias a mí, muchos me preguntarían que hay de bueno en hacerlo sufrir, que hay de bueno que hacerle daño físicamente y hasta incluso hacerlo sangrar por el desgarro que provoca mi miembro al hundirse dentro de él. Cuando sientes su tibia sangre resbalar por sus piernas y a través de mi miembro, hacerlo gritar de dolor mientras su cuerpo rebota debido a mis envestidas.
Algo que para muchos seria denigrante, que lo hagas con una persona que es de tu mismo género, de tu mismo sexo, un hombre al igual que uno. Una respuesta rápida seria, porque nos amamos y solo estábamos haciendo el amor.
¿Haciendo el amor? Darías a entender que hacer el amor es disfrutar del dolor del otro, a una primera ves no se le puede llamar hacer el amor.
No se estaría empleando correctamente esas palabras, hacer el amor es cuando te fundes con la otra persona para llegar juntas al orgasmo, haciendo gemir a esta persona de amor, es cuando ambos disfrutan, cuando no hay dolor, cuando dos seres solo quieren que el otro disfrute sin darse importancia a uno mismo, eso es hacer el amor.
Pero en cambio una primera vez es como una prueba, en la cual se evalúa la confianza que deposita una persona sobre la otra, en una primera vez se roba la divinidad que tiene un cuerpo. Una recompensa? La única recompensa es que sabes perfectamente que cuando lo vuelvas hacer ya no dolerá más, nunca más, es algo que solo se pierde una vez en la vida.
Pero ¿podrían mezclar ambas cosas “una primera ves” y “el hacer el amor”? no lo sé, tal vez si, como tal vez no, es una respuesta que por el momento no puedo responder]
Dejo caer la pluma, se paró y guardo aquella hoja dentro de una cajita en la cual, solo había una piedrita, un crucifijo y un pétalo de rosa. La cerró y después abraso el pequeño cuerpo que aún estaba en su sueño.
Frank despertó, en vuelto en las sábanas blancas y limpias, y a su lado una hermosa figura desnuda, la figura de su amor.
Lo vio reposar, sus pelos negros dispersos a través de su rostro pálido, perdido en sus sueños dejando libre algo que nunca dejo que otros vieran, no el estando consiente.
Una ternura, una inocencia única por parte de Way.
Parecía un pequeño bebe dormido, después de una agotadora jornada, su belleza era resplandeciente.
Las nubes cubrían el cielo, el viento soplaba en las calles haciendo danzar las hojas secas del frío otoño.
Acerco sus labios lentamente a los del inconsciente, sentía los pequeño suspiros de Gerard impactar en su rostro. Su respiración, los latidos de su corazón, tan cerca estaba de él que por un momento imagino su sangre recorrer sus venas, tenía sus ojos entre abiertos, sus labios ya casi rozaban, estaba punto de adueñarse de los labios de él cuando de repente un pequeño pétalo rojo se interpone entre ellos, cayó sobre la nariz de Frank, sus pupilas se centraron sobre este, delicadamente la dejo sobre la mesita de noche, quiso volver a repetir la acción pero no lo hizo, solo dejo que el momento pasara, algo no se lo permitía, ¿pero qué? era una pregunta sin respuesta Aun….
Se acercó a los labios de Way, el cual aún permanecía dormido. No quería
despertarlo pero necesitaba captar con algo ese hermoso rostro decorado con
algunos rasgos infantiles, debía hacerlo más sin embargo Iero conocía la
increíble sensibilidad sensorial que poseía Way, decidió solo tratar de
memorizar ese rostro hermoso. En más de una vez quiso besarle, fue allí donde
se dio cuenta del por qué algo en su interior no se lo permitía.
Era como un eclipse, es tan difícil de verlo y cuando lo ves pasa
demasiado tiempo para volver a captar su belleza nuevamente.
Gerard era así, nunca lo imagino con ese rostro tan apaciguó, con esa
ternura de inocencia, sabía perfectamente que si lo besaba esa belleza se
perdería y que era muy posible que no la volviera a ver por mucho tiempo, así
que solo se conformaría con verlo de cerca muriendo por dentro de atrapar esos
jugosos y deliciosos labios rojos.
Más de una vez cerro lo ojos imaginando que lo besaba, sin embargo la
cruda realidad destrozaba su fantasía.
Estaba cerca muy cerca, cuando sintió la vos de este.
¿Por qué no lo haces de una vez, en vez de fantasear?- Iero ardió de
vergüenza, sin embargo antes de que pudiera emitir sonido alguno las manos de
Gerard se posaron sobre su nuca para después atraer su rostro así el de él. Sus
lenguas jugaron, sus labios se juntaron, dando así inicio al nuevo día que les
esperaba.
-No quería que tu rostro perdiera esa belleza tan infantil que tienes,
nunca me mostraste ese rostro – explico, al finalizar aquel apasionado pero
tierno beso.
-Nunca se lo mostré a nadie- informo.
-¿Por qué?-
-No lo sé, supongo por que ninguna persona me es tan especial, como para
mostrarme tal como soy-
-Pero eres…- agacho su cabeza, su rostro estaba enrojecido nuevamente -muy
lindo- susurro.
-Créeme no lo soy a comparación de otra persona; su belleza es única. Tiene
un brillo tan especial, su rostro es perfecto – ¿la luna? Se preguntaba Iero en
su mente.
-Ah…- dijo Iero medio decepcionado imaginando que él hablaba de
ese astro hermoso que le regala una hermosa luz por las noche -me gustaría ver
esa belleza que le encuentras vos, como es que lograste encontrar tanta belleza
en ese rostro que mencionas-
-Pero Frank, no es muy difícil, espera un segundo te enseñare- se paró
dejando al descubierto su pálida piel, a su retorno trajo consigo un espejo.
-¿Y eso?- se sentó sobre la cama.
-Mira- dijo Gerard colocándose detrás de él, sentándose y enroscando sus
piernas alrededor de la cintura de Frank -¿ves? Es una belleza única. Mira tus
ojos, la forma de tus labios, los detalles de tu rostro son perfectos- dijo
deslizando sus yemas con suma delicadeza alrededor de la mejilla derecha de
Frank, este solo se sonrojo al máximo.
-Ese color rojizo que tiñe tu cara te hace ver aún más hermoso, Frank-
dijo besando su mejilla, no aguantaba, tenía que amarlo una vez más.
Sus manos se fueron deslizando hasta llegar a su miembro, lo tomo
con delicadeza, empezó a masturbarlo, Frank liberaba algunos pequeños gemidos
dentro de la boca de Gee provocando que este se excitara, el miembro de Way ya
había empezado a exponer su tamaño considerable, Frank podía sentir la erección
de este.
Way abrió lentamente la pierna de Frank separando sus nalgas y
dejando ingresar su miembro dentro de Iero, este solo gemía. Un vaivén muy
suave, lento, pero era lo suficientemente excitante para ambos.
La espalda de Frank reposaba sobre el pecho de Gerard, ambos se estaban
besando, unían sus lenguas, jugaban entre sí, mientras que las manos de Way
nunca detuvieron su trabajo.
No paso mucho tiempo cuando Frank género un gemido intenso, su espalda
se arqueo, sus dedos tomaron con fuerza un mecho del cabello de Gerard y entre
las manos de este último corría un líquido blanco y pegajoso, mientras que
simultáneamente dentro de Frank el miembro de Gerard liberaba ese mismo líquido
denominado semen dentro de Frank.
El espejo estaba sobre la cama, como una cámara que grabó todo ese
exquisito momento que comparten dos amantes cuando le brindan tributo al amor.
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