Capitulo 17: La Venganza
-No es nada, es que…-
-No te hagas el idiota, Frank. Dime…-
-Yo…-
-Hay otra persona...- aunque su tono era de pregunta sonaba como una afirmación las palabras de Way.
-No, es que yo…- los ojos de Frank derramaron las lágrimas de culpa, miles de veces le dijo John que no había sido su culpa. Pero nada, estaba sorbo y no haría caso.
-Respóndeme, Iero…- dijo enfurecido, nunca le había mostrado ese rostro.
.Es que... yo…lo siento… perdóname…- temblaba del pavor.
-Estuviste con otra persona….-
-Es que…- no le podía decir, era demasiado como para vomitar toda la mierda.
-¿Por qué?- grito con furia.
-No me grites, por favor…- lloraba con fervor.
-Maldito hijo de puta, ¿cómo putas quieres que no te grite si me haces esto?, ¿por qué? ¿Es que acaso no te basto con migo? Es que acaso no te complazco que buscas placer en los demás- parecía que en cualquier momento explotaría.
-No es eso, es que no entenderías yo…- no sabía como confesarle.
-Que no entendería…- y exploto y de la peor forma, lo arrastro a la fuerza por la habitación- ¿que sos un puto, eso es lo que no entendería? ¿Crees que no soy lo suficientemente bueno, verdad?- parecía estar poseído por algún demonio.
Su furia lo cegó.
-No…Gee, por favor…- Frank nunca imagino que el reaccionaria de esa forma tan despiadada. Nunca imagino, nunca creyó que volvería a pasar por la situación de ser violado, y menos por parte de Gerard.
Un golpe con el puño del mayor lo dejo mareado durante algunos segundos, al tomar reacción de lo que le estaba pasando, ya estaba sin su camisa y tenía abajo los pantalones.
Intento parase, los golpes de Gerard era demasiados fuertes provocando un efecto dominante sobre el menor, el cual no sabía cómo defenderse, tenía miedo y como no tenerlo.
Gritaba con fervor, no podía creer que todo su cuento de hadas se destruyera en cuestión de instante.
Esas caricias que algunas noche atrás eran relajantes, ahora se habían convertidos en rasguños que marcaban su piel.
Esos besos que lo hacían volar llenándolo de gozo y dicha, se convirtieron en mordidas que desgarraban su cuerpo.
Esas hermosas palabras que representaban el amor, ahora solo eran palabras de odio y desdicha.
No podía creer, que de un segundo a otro los “te amo” se habían convertido en “te odio”. Los “mi amor”, ahora solo eran “hijo de puta”.
Todo cambio de la noche a la mañana, todo se destruyó, esa noche no hubo amor, solo existía el odio, la venganza.
Venganza que apenas comenzaba, Way estaba tan enamorado de Iero aunque quería aparentar no estarlo, había perdido prácticamente su uso de razón gracias a él, ahora el rencoroso Gerard debía darle el peor de los castigos a esa persona que le hizo ver las llamas del infierno, tanta furia, bronca de tanta impotencia.
Entraba y salía, sin piedad se adentraba en él. No era cuestión de satisfacerse, era cuestión de destruirlo.
Las manos de Frank temblaban, estaban posadas sobre el pecho de Way tratando de apartarlo inútilmente. Sus labios sangraban, estaban totalmente mordisqueados, con pura fuerza, destruidos por venganza. Su piel estaba desgarrada y lastimada, su cuerpo inmensamente adolorido, su garganta ya no daba más de los gritos, ya hasta había perdido la vos, las penetraciones que recibía eran tan fuertes que en varias ocasiones le hizo perder la conciencia, al despertar con tanto dolor caía en la cruda realidad de que aún estaba siendo violado por ese ser que tanto amaba. Se cansó de decirle que se detuviera, que lo estaba lastimando, y en verdad lo estaba haciendo, el propósito de destruirlo se estaba cumpliendo.
Lo último que Frank escucho antes de desmayarse por última vez, fueron las palabras hirientes de un resentido Gerard.
-Por favor, para…- decía con la voz totalmente apagada, su cuerpo ya estaba adormecido -me estas lastimando…te lo suplico…perdona….-
-La intención es partirte al medio…- dijo con bronca enterrándose más y más.
No se escuchó más, solo cayo rendido de tanto dolor, sintió que realmente lo estaba partiendo a la mitad.
Poseído por la bronca, se detuvo al ver aquel hermoso ángel reposar de tanto dolor, lo vio tan sumergido en su sueño, ese rostro angelical, tan de niño que aún tenía, convirtió toda la furia, en culpa.
No le importo, lo dejo solo sobre esa cama fría. No lo quería ver, estaba enojado, furioso consigo mismo porque le dolía haberlo castigado de esa manera tan bestial, y también con él por haberlo “traicionado”.
Estaba encerrado en el baño mientras el agua se llevaba los restos de la sangre de Frank tatuada en su cuerpo, tratando de encontrar una respuesta coherente a sus múltiples “¿por qué?”.
La semana ya había pasado, no se dirigían la palabra. Gerard ya no
dormía en casa, todas las noches se iba sin dar motivo, se iba y volvía al día
siguiente por sus cosas de trabajo, regresaba para la cena y después partía. Ni
un “hola” ni un “adiós” nada de nada, ni siquiera contacto visual.
Parecía que la chispa del amor se hubiese apagado para siempre, esta amenaza constante de perderlo estaba siempre presente en la cabeza de Iero, sobre todo al ver las camisas y sentir el olor de perfume de otra persona, al ver ciertos días los labios de Gerard algo gastados y su cuello con ciertos restos de lo que parecía ser un beso apasionado impregnado sobre la piel del mayor.
Se le partía el alma, después de aquella noche, Gerard no lo volvió a tocar.
Aquella ves al despertar estaba solo en casa; se bañó, sentía estar
muerto, por cualquier parte que uno viera estaba una marca de dolor, por
vergüenza no fue a un médico, esa semana falto al colegio, no podía ni caminar,
estaba totalmente maltratado, usado, masacrado.
Su buen amigo John lo ayudaba en todo, el lazo de amistad entre ellos se había hecho sólida como el metal, todo el tiempo le aconsejaba decirle la verdad a Gerard, que el entendería, que lo defendería, que todo cambiaria.
Su buen amigo John lo ayudaba en todo, el lazo de amistad entre ellos se había hecho sólida como el metal, todo el tiempo le aconsejaba decirle la verdad a Gerard, que el entendería, que lo defendería, que todo cambiaria.
Iero estaba totalmente sordo, no escuchaba, no veía la clara verdad delante de él.
-No todo va a pasar, él lo hace para hacerme sentir mal, ya va a pasar, todo mejorara-
Se empeñaba en decir todo el tiempo esas palabras absurdas que no cobrarían sentido, al menos de que el ejecutara algún hecho.
Y así fue, a la semana siguiente hubo un cambio más drástico, estaba con Pansy sobre el sillón, la pequeña estaba mimosa esa tarde de primavera, el cantar de los pajarillos empezaba a cobrar ciertas melodías cuando de repente la puerta se abrió, esto le resultaba extraño a Frank, Gerard siempre regresaba a las 7 de la tarde, apenas era las 4.
Entro, con su mismo traje de siempre, cerró la puerta, el menor solo lo miraba asombrado. Dejo su saco sobre un sillón cerca, se acercó a Frank, este empezó a temblar. Lo acorralo con sus brazos, lo abraso, lo apego hacia él, tomo sus labios con delicadeza, hacía mucho que no probaba un beso de él, a pesar de que su cuerpo aun temblaban del miedo, su rostro estaba tatuado por la felicidad, se separó, le dio un sonrisa encantadora que lo hizo flotar a través del aire, pensó que todo era un sueño, un perfecto y maravillosos sueño. Por desgracia no lo era, sin decir ninguna palabra se volvió a salir. Frank estaba aún extrañado, no podía creer, pensó que solo fue su imaginación, 5 minutos después cayó de golpe con la verdadera realidad, entro nuevamente con esa misma sonrisa.
-Frankie... te presento a Billy, mi nueva pareja. Vivirá con nosotros, pequeño…- detrás de él entro un joven de alrededor de unos 25 años, bastante joven. Tenía unos hermosos ojos verdes, su pelo era teñido de negro, algo corto y desorbitado. Sus labios algo carnosos no tan pálido como Gee, más bien del color de piel de Frank, tenía puesto unos jeans caídos negros y una camisa del mismo color, que combinaba a la perfección con una corbata roja que traía puesta.
Iero sintió que su corazón se destrozaba en mil partes, al ver las maletas de este acompañarlo.
-¿Mucho gusto, Frank…- esa vos, esa vos, él la conocía, no lo podía creer, ¿acaso era una pesadilla?, No, era una mala pasada que le estaba haciendo el destino padecer.
-Bueno, los dejo. Debo volver a trabajar, vuelvo más tarde. Billy, acomódate en mi habitación- dijo retirándose.
-¿Te acuerdas de mí?- dijo dibujando una sonrisa.
No podía creerlo, soltó a Pansy sobre el suelo. Quiso huir, no se lo permitió.
-Escúchame bien, niño...- dijo atrapándolo contra la pared -tu no vas a decir nada de nada, ¿te quedo claro?- dijo mientras lo estrellaba contra esta una y otra vez con brusquedad.
-No me toques…- patio su entre pierna y salió corriendo dejando a Billy arrodillado sobre el suelo.
-Ayúdame John… Dijo llorándole, su amigo lo consoló, lo tranquilizo, le dijo que debía volver con Gee, tenía que explicarle todo.
Por primera vez lo escucho, aunque fue demasiado tarde. A su regreso Gerard ya estaba en casa con Billy.
-Em... hola...- dijo tímido.
-No seas tímido – dijo Billy el cual estaba sentado al lado de Gerard- ven, siéntate con nosotros, la cena ya está lista- se sentó junto a ellos.
-¿Y donde estuviste…?- interrogo Gerard.
-En casa de John…-
-Ese chico no me agrada para nada…-
-Es buena persona…-
-No seas tan celoso con tu hermanito, Gerard…- dijo Billy. Así es, Gerard le había dicho que Frank era su hermano -él tiene derecho tener sus propias relaciones..- dijo tomándole de la mano.
Frank sintió su sangre hervir en ese contacto, Way por supuesto lo noto.
-Shu…- dijo besándolo, sus ojos se dirigieron al rostro de Frank, el cual solo masticaba los alimentos con furia. ¿Celos? Sí.
-Ujj…- trato de hacer ruido con la boca.
-Mejor lo dejamos para después...- dijo Billy guiñándole el ojo a Gerard, este solo sonrió.
La cara de Frank parecía que estaba a punto de explotar.
-Em... se me quito el hambre…-
-Pero no has probado casi nada ..- reprocho Billy.
-Es que vine comiendo de la casa de John...-
-Pero si sabes que vas a comer acá, no tienes por qué estar en la casa de otros…- dijo Gerard.
-Es de mala educación rechazar lo que otros te ofrecen...-
-Entonces usa esa educación también en casa…-
No dijo nada solo comió, sin ningún reproche.
-Por cierto Frank, ahora de que Billy esta en casa, dormirás en el living…- dijo Gerard.
Frank solo lo miro con más furia.
-¿No querrás oír gemidos verdad?-
-Gee…- dijo Billy.
-El chico sabe de esto, ¿no es así, Frank?-
-Si…gracia, termine de comer…- dijo parándose con el plato.
-Pero nosotros no, acosa no es de mala educación pararse mientras los demás aún siguen comiendo…-
El solo quería desaparecer, los celos estaban carcomiendo su interior, tanta era su furia que su estómago se revolvió completamente al punto que en cualquier momento vomitaría.
-Ahora si…- dijo Billy parándose- no se preocupen, yo ordeno todo- dijo con los platos en sus manos.
Frank solo lo miraba con odio, parecía que en cualquier momento lo mataría, se le quedo mirando como esperando a que por obra de la magia algún cuchillo terminase con su vida, sus pensamientos fueron interrumpidos por los brazos de Gerard el cual lo llevo hasta su habitación.
-No me hagas perder la paciencia, fíjate bien las cosas que dice o que haces, Iero...- dijo.
-No me amenaces, no serias capaz de hacerme lo que me hiciste aquella ves delante de tu noviecito...- dijo desafiantes, aunque su cuerpo temblaba del miedo, trataba de ser fuerte pero su rostro no le permitía esconder todo el temor que Gerard infundía sobre él.
-No te hagas el valiente, hasta un ciego se daría cuenta que estas temblando…-
-Sí, pero por lo menos no soy un abusivo como tú y tu noviecito- estaba decidido a contarle la verdad.
-No digas estupideces, si no…- dijo levantándole la mano.
-No…- cayó al suelo, se arrodillo cubriendo su rostro con sus manos.
Algo en Way se despertó, no podía creer que lo había traumado a tal punto de que lo desvanecía en cuestión de segundos.
-Entonces que te quede claro, Iero...-
-Yo te estoy diciendo la verdad…-
-Largo de mi habitación, debo preparar todo-
-Para que…-
-Para hacer con él lo que hace mucho deje de hacer contigo…-
Esas palabras produjeron que el corazón de Frank se hiciera chiquito, de que sus ojos derramaran lágrimas, de que sus labios ardiera por la presión que el ejercía al morderlos.
Salió de la habitación, su estómago estaba totalmente revuelto, entro a lo único que sería su consuelo.
El baño.
Empezó a descargar su ira con los alimentos ingeridos, vómitos hasta que su garganta le ardiera, odiaba sentir ese líquido ardientes y caliente en su garganta, por alguna razón se sintió bien después de haber hecho eso lo que él no sabía era que con el tiempo.
Esa sería su nueva adicción.
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