jueves, 2 de octubre de 2014

MOONROSE CP- 7





Capitulo 7: "La Danza de las Rosas" Parte I


-Te doy dos opciones: vienes con migo o sigues con tu vida…- así de simple se lo planteo. Iero trataba de razonar lo más cuerdamente posible: irse con un asesino desquiciado o seguir con su putrefacta vida hasta ser lo suficientemente grande.

Le temía pero algo en él lo así sentir seguro, algo extraño; un sentimiento desconocido, el miedo ante todo gano.

-Seguiré solo….-

-Bien...- contesto secamente...- bájate y lárgate- sonaba algo ofendido.

-Adiós…-

-Después te digo como me vas a pagar….- siguió su camino a gran velocidad más allá de la  que estaba permitido perdiéndose entre las calles de la cuidad.


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Por otra parte Iero se sintió un tanto ofendido por la reacción de su abogado, se sintió frustrado, más para empeorar debería caer en la realidad: su padre….

Entro a su “casa” algo inmunda; el olor era sofocante, estaba todo en silencio.

-Hasta que te dignaste a venir…- la vos de su padre se escuchaba entre las sombras.

-¿Papa..? Yo…-

-¡¡Cállate...!!- grito autoritario.

-Lo siento…- sabía lo que le esperaba.

-¡Mocoso de mierda, dime quien putas te has creído…-


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El viejo piano de la iglesia del cementerio en donde sucedió su última hazaña, allí se encontraba solo, sentado, tocando aquella hermosa melodía que le enseño su abuela que en paz descanse. Reconocida por todos, hermosa como ninguna con una paz autentica, con una gloria divina, los ángeles celosos están al no poder superar semejante belleza de sonidos que este produce con sus manos que tocan delicadamente cada tecla, como si las deseara con un amor intenso, se podría decir que le estaba haciendo el amor al piano.


“Moonlight Sonata.”







El viento danzaba entre la tumbas, parecía que coordinaba con el moviendo de las manos de  Gerard, pasivo pero con odio profundo ante el desprecio de Iero. Aun así, una diabólica sonrisa estaba dibujada en su rostro, sabía muy bien que en estos momentos debía estar sufrió la tortura de los golpes de su padre, era bastante consiente de todo el dolor al que estaba siendo sometido el único ser que lo desterró de su instinto asesino, del único ser que fue capaz de despertar un sentimiento totalmente diferente a los conocidos por el hasta el momento.


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-¡Basta ……te lo suplico…… basta por favor……. ya no más, no más….!- las lágrimas recorrían su rostro, golpe y más golpes se alojaban en su cuerpo el dolor era cada vez más intenso. Patadas, puñetazos y ni que hablar de los empujones que le daba.

El débil cuerpo de Iero parecía que en cualquier momento se rompería en mil pedaditos. Sangre, hermoso liquido color vino maquillaba su rostro, ensuciando también sus ropas y no falta más decir que este líquido rojo y exquisito se derrama sin cesar de su boca.

No sabe de dónde saco tanta fuerza como para pararse y salir corriendo de casa, el cementerio en donde está su madre perfecto lugar para morir.

Por los callejones de mala vida  cojeaba tratando de llegar a su destino, las lágrimas saladas se mezclaban con la sangre dulce, ambos líquidos provenientes de su interior.

Qué ironía, dos sabores totalmente distintos se mezclan entre sí y conviven entre sí en el interior de esta inocente persona que solo trata de vivir, de amar, de soñar.

El sol ya está cayendo y el viento de otoño se lleva consigo las hojas de los árboles, el tiempo pasa rápido y en épocas de frío la noche hace su entrada más temprano.

Aferrado a la tumba de su madre.

-Llévame contigo por favor, te lo suplico... Llévame.  -Solo quiero descansar, llévame… llévame...Llévame- en cada suplica su vos se debilita, cada vez más se hace más bajita, cada vez más suaves, cada vez más lenta. El frío esta tallado sus huesos, el viento esta despeinando sus cabellos, las hojas están posadas sobre su cuerpo, y las lágrimas abandonan su recorrido, sus ojo se cierran, su boca ligeramente entre abierta deja de derramar sangre.

-¿Este será el frío de la muerte mami?..- se pregunta.

-No, es el frío de un atardecer de otoño…- su vos corrompe su descanso, una vez más está decidido alargar la estadía de Iero en la tierra, en este mundo tan cruel y sádico.

-Ya es demasiado tarde, mi cuerpo se está enfriando demasiado y el dolor está destruyendo mi cuerpo, el frío es incesante, es el frío de la muerte-  esta aliviado, está más que convecino de que su hora está por llegar.

-Y este, Iero, es el calor de mis labios…- sin pedir ningún tipo de permiso,  sus manso lo sostienen de la cintura, sus labios están unidos a los de él y su lengua está limpiando todos los residuos de la sangre que se encuentra en el interior de la boca de Iero, este no tiene reacción alguna sencillamente está sorprendido, algo que no se esperaba, un dolor intenso se clava en su pecho.

Sus ojos se cierran, su cuerpo recae sobre las manos de Way, dejándolo totalmente a su disposición una vez más.


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Su gatita ansiosa espera su llegada, las finas gotas de la llovizna están entrando por la ventana de la cocina; la gatita, solo las mira caer.

El sonido de la puerta abriéndose, alerta sus sentidos.

-Miau…- su amo empapado y en sus brazos está el cuerpo de otro joven que está cubierto por los abrigos de Way.

-Hola nena…- la puerta se cierra sola, ingresa con prisa a su habitación. Su cuerpo esta helado debido al frío, mientras que el cuerpo de Frank  esta algo húmedo, sucio, pero cálido, para Gerard eso es más que suficiente.

Olvidándose de él mismo, su prioridad es Iero. Limpio su cuerpo con agua tibia, lo curo con delicadeza.

-Miau…- Pansy, algo inquieta por el invitado esta, tratas de dar alerta por la ventana de la cocina se encuentra abierta y el agua no para de ingresar.

El frío ha paralizado alguna de sus extremidades obligandolo, a encargarse de él, un baño con agua hirviendo, relajo sus músculos, cerró las ventanas y se encargó de la dulce pero peligrosa gatita.

La noche cae y el frío no cesa, la brisa helada del otoño, se cuela en los filos de la ventana lentamente sus ojos se abren lo primero que ve es el pecho desnudo de alguien, no logrando descifrar quien es, sus demás sentidos se alertan una piel suave lo está cubriendo, junto a unas sábanas cálidas, un aroma exquisito y único despega del cuerpo de esta persona, su corazón late al mismo ritmo que el suyo.

-Será mejor que sigas durmiendo-

-¿¿Otra vez tú??- Frank logro descubrir quien fue su protector.

-Así es, no te vas a libraras de mi tan fácilmente. Tienes mucho favores que pagarme- sus cabellos negro cubren parte de la frente junto consigo sus ojos, solo el filo de su nariz y el contorno de su boca son apreciados por Frank.

-Yo no te pedí que me sacaras de allí, tu…- antes de que pudiera terminar su oración fue interrumpido.


-No solo es el favor de la cárcel, son más… me debes algo más que has robado y no voy a parar hasta robártelo a ti también…- se acercó peligrosamente hacia el rostro de Frank sus ojos se clavaron en él, Iero sin entender lo que Way decía decide no volver a caer en su mirada.

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