Capitulo 8: "La Danza de las Rosas" Parte II
-No sé a qué te refieres…- desvía su cara antes de volver a caer idiotizado.
-Te creo, creo que no sepas de lo que hablo, mejor duerme…- sus brazos aún siguen ejerciendo presión sobre el cuerpo de Iero, el cual después de unos segundos se da cuenta de que no solo su cuerpo está desnudo, sí no que también el cuerpo de su “compañero” de cama.
-No, me voy, déjame ir…-
-¿Por qué siempre debo terminar golpeándote?-
-Si quieres dinero te daré, solo dame unos días, ahora lo mejor es que me valla-
-Frank, sabes que te golpeare ni bien te pares de la cama, por el bien de tu cuerpo cierra la boca y duérmete-
-Ya he dicho todo, me voy…..-
-No hagas que Moonrose se despierte- su vos parece pasiva pero sus rasgos tienen un matiz peligroso y terrorífico.
El cuerpo entero de Iero se estremeció al escucharlo tan cerca de su oído, y más con esa vos tan autoritaria, con inconsciencia sus ojos estaba estallados de terror, le temía aunque en cierta parte quería que apareciera así toda su vida acabara, pero le temía de la forma en que lo mataría.
Sus labios temblaban y trago salida, un sudor helado emanaba de los poros de su cuerpo.
Con cierta dificultad por el miedo el pronuncio las palabras…
.Entonces….que…. aparezca- trataba de sonar seguro pero la cruda realidad de su temor lo traicionaba.
Sus ojos se hicieron grandes y con miedo los cerro de golpe.
-No le temas, el jamás dañaría a una rosa tan hermosa…- sus dedos repasaron las siluetas de su cuerpo, tensionándolos a un más para después relajarlo, su vos era diferente era pasiva y comprensiva, tenía un toque especial.
Sus ojos se abrieron lentamente, mientras que al mismo tiempo el cuerpo de Gerard se posaba sobre el de Frank.
No le importo sentir el cuerpo de su atacante sobre él, su piel era tersa, suave, cálida.
Su respiración impactaba sobre su rostro, y sus ojos se reflejaban en
los de Way.
Sus labios estaba demasiado cerca, la tentación ahora era para ambos, un magnetismo había entre ellos, los unió.
¿Algo mágico? No, algo bastante real, algo intenso, expresivo, sus pieles rozaban una contra la otra.
Sus corazones querían salir y conocerse uno con el otro, sus pecho estaban apegados, su capa torácica parecía que en cualquier momento estallaría.
Sus lenguas se conocieron la de Gerard parecía tener el control y dominar a la otra, mientras que la de Frank rebelde trata de asemejarse a la de Gerard intentando un dominio, aunque caía rendida sobre la de Gerard el cual algo lento pero rudo contradecía a la rápida pero débil de Frank.
Esta experiencia no podía ser eterna pero si reiterada, sus bocas se
separaron a la par sus ojos se encontraron.
Las palabras se estacionaron en sus gargantas dejando como prioridad los suspiros.
El teléfono sonó, era lo único audible que se escuchaba en el apartamento.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, contestador.
“Gerard, soy el oficial Raymond Toro de la estaciona 69 el sospechoso de Moonrose, su cliente, ha desaparecido. Su padre reporto su huida, en cuando reciba este mensaje espero que me llame”.
-Miau…- Pansy golpeaba con sus patitas la puerta de la habitación.
-¿Que…?- sobre sus labios se posó el dedo índice de Gerard.
Yo me encargare de ti, por ahora no arruines el momento…-
Solo fueron besos, solo fueron caricias la llovizna no cesaba y a cada minuto la pasión ardía más y más.
La noche se desvaneció, el cielo nublado dejo su llanto fino, solo demostraba su tristeza a través de las nubes grisáceas y negras.
Sintió algo delicado pero frío sobre su espalda, bajaba siguiendo su columna, estaba boca abajo. su boca estaba algo entre abierta agudizando al máximo el sentido del tacto no logro definir aquello extraño que bajaba a través de su espalda peligrosamente, sus ojos se abrieron al sentir llegar hasta el medio de sus caderas.
Se encontró con una hermosa figura geométrica, al lado suyo era algo ovalada de color rojo vino, de un exquisito olor, similar al de Gerard.
Su torso se gira lentamente, un acontecimiento hermoso y único el viento sopla a través de la habitación, miles de pétalos de rosas rojas están danzando por toda la habitación, la cama está cubierta por ellas, los pétalos están como suspendidos en el aire, danzan uno con otros al compás de viento, en sus ojos solo se reflejaba el baile incesante de las rosas.
Algo puntiagudo reposo sobre su abdomen.
-Ah- un leve suspiro de dolor se escapó de su garganta, unos dedos pálidos repasaron el daño, pequeñas y casi diminutas gotitas emergieron de su cuerpo, alguien las tomo como si fueran algo preciado.
Las bebió, eran apenas tres gotitas pequeñas, las que se encontraban sobre su dedo índice.
-Tu sangre es dulce- informo Way.
-¿Eres un vampiro?-
-Jajaja…y tu mi victima…- se volvieron a unir sus cuero y entre ellos estaba la rosa y sus espinas no las tomaron en cuenta, sencillamente sentían a lo mucho unos leves piquetes en sus estómagos y un líquido cálido que resbalaba entre ellos.
Los besos de Way se alojaban en el cuello de Iero por alguna razón el no estaba ni hipnotizado ni nada similar que se le parezca sencillamente estaba encantado por el amor.
Dulce droga que se aloja en el corazón que hace perder la conciencia de la mente, y desalojar al cerebro del mando de su cuerpo para reemplazarlo por impulsos dictados del corazón.
Las rosas continúan su danza descendiendo de apoco en la espalda de Gerard, sobre la cama de este a medida que van descendiendo otra tanda de bailarinas exóticas van entrando al escenario o mejor dicho a la habitación.
Solo son caricias, solo son besos.
Solo son pequeñas demostraciones de amor….
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