Capitulo 11: "La Verdadera Luna" Parte III
-¿No está en la cocina?-
-No-
-¿Qué? si yo no la deje salir-
-Cuando yo entre ella ya no estaba-
-Yo pensé que estaba en la cocina, por eso ni la note-
-Buen, ve de seguro ya se te hace tarde yo la buscare..-
-Okay-
Sin decir más se cambiaron, se vistieron: él de traje y el menor de jean y camiseta.
--
El mayor conducía su alfa romero descapotado rojo, con su cigarrillo en la mano.
El menor rodeaba el parque en busca de la pequeña y traviesa Pansy.
-Disculpa- tropezó con un chico de ojos azules sobre su rostro caía un mechón rubio, y en su cara 7 aros encontró.
Uno en cada ceja, uno en cada lado de la nariz, y sobre el labio había tres uno al medio y dos a los costados.
-Está bien no hay problema- este le sonrió.
¡Un nuevo amigo!
Así es, el pequeño Iero consiguió hacerse amigo de un chico de exactamente su misma edad, con el cual al parecer compartían gustos.
La tarde cayo quedaron en encontrarse al día siguiente en el mismo parque y el mismo lugar.
-
Las 18:30 y Frank no llegaba a casa.
Desde hacía más de 3 horas que lo estaba esperando en casa, hasta la misma gatita ya había vuelto de su aventura.
El alivio divino sintió Way al verlo ingresa a través de la puerta.
¿Dónde estabas?- cuestiono.
-En el parque buscando a Pansy- dijo sonriente.
-¿Y por eso te ríes?- enojo? No, preocupación.
-No me estoy riendo, solo estoy feliz- contesto, Iero era demasiado sincero y muy transparente.
¿Y por qué se supone que estas feliz?- un nuevo sintiendo nacía desde lo más profundo de su corazón, ¡¡celos!!
-Mientras buscaba a Pansy, me hice amigo de un chico- dijo entusiasmado, desde que era niño que no hacía amigos, se inclinó frente a Gee para compartir juntos su alegría.
¿Amigo?- dijo con cierto sarcasmos enojo, ni el mismo Gerard podría explicarse del por qué.
-Si- contesto emocionado, tal era su felicidad que ni siquiera noto el enojo de Way- es muy bueno deberías conocerlo, tenemos muchos gustos en común- esta bastantes emocionado, se lo veía en su rostro.
-Yo no estoy para esas cosas Iero- se paró y en su brusquedad de su acción termino por tirar al suelo al enano.
-Pero…- cerro la puerta de un azote- ¿Por qué?…- dijo en susurro, recién ahí noto el enojo del mayor, quedo muy triste al ver la reacción de Way.
7:50. La noche nace, la luna resplandece. De ropa casual el está vestido, un color perfecto como si fuera un disfraz de sobra el totalmente de negro esta vestido.
Frank tiembla con la idea de que Way se valla y lo deje, la gatita paciente lo acompaña en su agonía.
-Gee... ¿Estás enojado?- pregunta entrado a la habitación de manera tímida.
-No- responde cortante.
-¿Entonces por qué estas así?-
-Porque soy así, y punto- grito, cierta debilidad que el pequeño Anthony tenía eran los gritos de las personas.
-Gee…sabes que…-
-No te gusta que te griten, se me hace tarde para tus chiquilinadas…- dice mientras se coloca sus guantes negros de cuero.
No dijo más se retiró de la habitación, se sentó en el sillón
contemplando a la nada, algo curioso sus ojos se irritaron, primero le ardieron
después sintió un líquido cálido dentro de ellos, sus parpados se
cerraron y al abrirse este líquido callo.
-Miau…- la gatita observaba con atención.
-Es que no me gusta que se enoje con migo... yo no le hice nada…- dialoga con la gatita, esta como si entendiera mueve su cabecita hacía un lado.
Sus palabras, sus movimientos todo captado por el ojo de la oscuridad.
-Te dije que no estoy enojado- se sentó sobre él sus cuerpos estaban peligrosamente cercas.
-Gee...- ante cualquier palabra saliente los labios de Gerard lo sellaban todo.
-Ah…- un dolor profundo e intenso interrumpió el beso, sobre los labios de Iero la sangre corría, la lengua cálida de Way se encargaba de limpiarlo todo.
-Siempre terminas haciéndome doler- se quejó Iero.
-Es una debilidad el hacerte daño, sé que soy un tirano por sentirme bien con tu dolor pero agradece que te soy sincero- discurso algo aterrorizante, solo para finalizarlo con un tierno e inocente beso.
Se perdió totalmente, del tiempo del lugar de la situación se perdió de todo.
Un dolor profundo en su pecho se clavó al sentir su ausencia.
-Gee…- abrió los ojos su Gee ya no estaba más, sobre sus piernas una rosa roja mostraba sus peligrosas espinas.
-Miau…- concluyo la gatita.
-¡¡Ashh!! me cambio por su fea manía de las lunas llenas…- dijo algo irritado.
¿Celos?
Si los celos estaban naciendo en esta relación, tal vez la falta de confianza de un para con el otro, no sabían exactamente el porqué de ellos, es más ni siquiera sabían por que los sentían si ni siquiera eran algo serio.
Sobre una punta de la iglesia una silueta se encontraba observando todos, el lugar la policía atenta y en alerta.
Todo parecía como en esas películas de Batman, pero nada era así el justiciero no velaba por las vidas de los ciudadanos, se desvelaba por las rosas.
Algo precioso, que debe ser respetado y que mejor que hacer “justicia” si no es bajo la luz de la radiante doncella nocturna.
La luna.
En un principio a esto lo adopto como un pasatiempo, para después convertirse en un vicio, nunca sufrió de alguna persecución por parte de “espíritus” de toda esa gente muerta, no por lo contrario su conciencia estaba bastante liviana y limpia.
Da la cruda casualidad que todas sus víctimas, no fueron personas de bien.
Da esa casualidad de la vida que sus víctimas, solo provocaron dolor a más personas.
Son cosas del destino que Gerard sin saberlo, fue recompensado la más hermosa de las rosas, con al más brillante de las lunas.
-¡¡Ahhh!!- gritaba el pequeño Frank.
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