Capitulo 13: Juegos.
-Pero…Gee….-a pesar del espeso manto oscuro que
cubría el departamento, Gerard observaba a la perfección el rostro de Frank, el
cual a cada segundo se volvía más pálido más frío.
De sus ojos un líquido cálido empezó a nacer, recorriendo sus mejillas y finalizando en la mano de Gerard, la misma con la cual lo estaba asfixiando.
Lo dejo caer al suelo de golpe, la victima solo tosía y trataba de controlar su respiración inconstante.
-¿Por qué... por qué? – cuestionaba el menor aun algo agitado.
No halló respuesta en su atacante, pues este solo opto por entrar a su habitación cerrando la puerta de un solo golpe.
Cayó la noche y su serenata de llanto comenzó, las estrellas lo miraban. Era una noche sin luna, las nubes negras opacaban el azulejo del cielo, estaba hecha una bolita en el piso. La gata estaba arisca y mala, solo lo miraba como humedecía el suelo en el que ella estaba sentada.
Mientras que en su habitación, Gerard estaba caído prácticamente en la demencia, sus oídos escuchaban la bajita y casi inaudible melodía que la garganta de Frank desprendía. Trataba de calmar su llanto, de anularlo pero aun así Frank no lo lograba.
Gerard solo trataba de ver a la luna, los llantos de Frank cesaron. Imagino que todo había acabado, y en su lugar se escuchó la llave de la ducha correr.
La curiosidad del saber gano en él, abrió la puerta de su habitación muy despacio para que nadie lo escuchara.
Al igual que la del baño, encontró al menor dentro de la tina de baño con la cabeza agachada viendo a la nada. El agua descendía a través de su cuerpo, sus cabellos estaban húmedos, desprendían algunas gotas, su cara estaba roja algo inflamada, en su cuello estaban las marcas de sus manos, no paso mucho tiempo antes de que notara que no solo sus marcas de sus manos estaban imprentas en su piel, si no también sus uñas; en el cuello de Iero se notaba también la marca de la sangre ya seca, no fue algo fluido pero se notaba que las uña de Way habían lastimado demasiado la piel suave del pequeño.
La culpa toco la puerta del corazón de Gerard por primera vez, se sentía muy mal, pero a la vez, la lujuria combinaba este nuevo sentimiento, al verlo así tan indefenso, sin nada, totalmente desnudó, solo para su deleite personal.
No quería lastimarlo más de lo que ya lo había hecho, pero sus instintos lo guiaron a sus acciones.
Frank noto su presencia, de sus ojos el líquido salado volvió a nacer, su cuerpo empezó a temblar y empezó a retroceder hacía la pared, escondió su rostro entre sus cabellos, no se quería mostrara débil.
-No actúes conmigo Iero- corrió los cabellos que ocultaban su rostro.
-No, no quiero que me toques Way- sus ojos destellaron cierto resentimiento.
-No seas vanidoso, no eres mi tentación-
-¿A si? Bien, entonces tenemos las cosas más claras– se paró dejando al descubierto la totalidad de su cuerpo, paso por delante de los ojos de Way, provocando estragos en los adentros de este.
Tomo una toalla, se la envolvió en la cintura las gotas de agua se escurrían a través de su cuerpo.
-No te olvides de apagar la luz del baño- dijo el osado Iero, se sentía muy mal y no lo quería demostrar, al menos no delante de él, pero atención! No confundamos algo: no estaba enojado con él, pero si lo estaba consigo mismo; por no ser lo suficientemente bueno para Way. Se sentía en cierta forma bien el ser la tentación de cualquier persona, pero se sentía una mierda el saber que no le provocabas nada a la persona con la cual te quieres sentir deseada realmente.
Se tendió sobre la cama, ya estaba totalmente seco a excepción de su cabello, el cual aún estaba algo húmedo; se tapó con las sábanas blancas algo transparentes, y como de costumbre totalmente desnudo; así lo había acostumbrado el señor de la casa, Gerard Way. Incluso en los días que parecía que el frio rompería la capa de ozono lo hacía dormir totalmente desnudo, solo lo cubría con su cuerpo y algunas sabanas, a pesar de las quejas, a pesar de las sugerencias, ya lo había “amaestrado” así.
Mientras que en el baño, Way aún estaba algo atontado por la reacción del pequeño y sumiso Iero.
No tenía ninguna explicación. Pero claro, como tenerla si ni el mismo se podía entender mucho menos ahora entendería a los demás.
No aceptaría bajo ninguna circunstancias esta clase de trato para con el, se suponía que él era el único a tratar así a los demás, nadie lo dejaría con las ganas mucho menos un chico que prácticamente tenía 10 años menos que el.
Apaga la luz, y entro a su habitación. Lo encontró boca abajo como dándole la espalda, aparentaba dormido pero nadie engaña al viejo Way.
-Conmigo no te funcionara ese jueguito del dormido, Frank- dijo tirando de las sabanas, dejando el manjar de su cuerpo a su deleite visual.
-Te equivocas, no quiero aparentar estar dormido,
solo quiero dormir, es todo. Buenas noches- dijo tirando de las sabanas.
-No juegues conmigo Iero, porque vas a perder, y tu derrota te va a doler- amenazo el mayor.
.No se dé que me estás hablando Way, dame la sabana que tengo frio- tiraba con rabia el menor.
-Huu que pasa, ¿el niño está enojado?-
-¿Quién te entiende?, dices que no juegue y tú eres el que empiezas-
-Tú comenzaste esto-
-Disculpa, pero yo no soy ningún asesino-
-Y yo no soy un maldito traidor-
-¿Traidor? Explícate por qué no te entiendo-
-Explicación, no niño- soltó la sabanas y tomo su rostro entre sus manos, apegando sus frentes- yo no soy de las personas que se siente y te empieza a explicar cómo son las cosas, yo soy de esas personas que te las hace ver en carne propia –
-Lamento decirte, que yo no entiendo de esa manera Way-
-Entonces, bien- lo tiro sobre la cama de golpe, se paró, se desnudó, se puso otro tipo de ropa más casual, se alistaba rápido con prisa y muy bien, irresistible, su campera de Jean negra junto a unos pantalones bastantes apretados.
-¿A… a dónde vas?- ¿celos de saber que él se preparaba para otra persona? Si, así es, los celos salían desde lo más profundo de su corazón, sentía que su sangre le ardía.
A explicarle las cosas a cualquier otra persona- dijo tomando las llaves y saliendo de la habitación. Se sentía pésimo, lo estaba dejando ir como si nada cuando claramente lo puede tener, solo por el maldito orgullo.
Salió corriendo de la cama, cubrió cómo pudo su cuerpo debido al frío.
-Gerard, no…- salió detrás de él.
-No me esperes, vendré mañana- decía Way mientras buscaba la llave que le correspondía a la puerta de salida.
-No por favor, quédate- lo sostuvo del brazo, con desesperación.
-¿Para qué?- sus rostros se acercaran, el orgullo volvió a florecer de una manera discreta sobre Frank.
¿Por qué… porque, que haría si le pasa algo a Pansy?- dijo separándose y volteando su rostro hacía un lado, no quería dejar notar su sonrojes, pero aun manteniendo sus manos firmes sobre el brazo de Way.
Para eso- tomo su cara acercándola hacía la de él, Frank prácticamente tenía su boca abierta esperando los labios del otro-para eso está el celular- la cara de Frank se tormó de sorpresa, y sus ojos se abrieron, pues esta demás decirles que sus ojos estaban cerrados, esperando ansioso un beso que no llegaría gracias a su soberbia.
-Pero…- callo el pequeño Iero.
-¿Pero?-
-…-
-Una recomendación Frank, no te olvides que la soberbia es uno de los 7 pecados capitales- abrió la puerta, la cerro y espero el ascensor.
-Frank quedo solo en el departamento, mordiendo su labio con bronca, impotencia consigo mismo.
-Pero….- pensó
- ¡¡Gerard, espérame!!- grito saliendo, para su mala suerte Way ya había
tomado el ascensor.
Bajo casi rodando las escaleras, pues en varias ocasiones se caía, la sabana que envolvía su cuerpo le era de cierta forma algo incomoda.
Los gritos de Iero, se escuchaban por todo el lugar, el rostro de Way solo dibujaba una sonrisa satisfactoria. Detuvo el ascensor, dando la casualidad que lo paro justo en el mismo piso en el que se encontraba Iero.
-¡¡Gerard!!!- dijo con la respiración entrecortada.
-¿Si?- dijo desentendido.
-Que no se te olvide que la lujuria también es un pecado capital…- su respiración lentamente fue cobrando su ritmo normal- no quiero que te quedes por Pansy ni por ninguna excusa estúpida, sencillamente quiero que te quedes porque quiero que me expliques a mí y no a otra persona, por eso y solamente por eso- dijo poniendo una mano sobre la puerta del ascensor, las sabanas se les resbalaba entre sus manos como podía cubría su parte más importantes, ósea de la cintura para bajo.
-Entonces entra y te explico en mi habitación- le extendió la mano con una hermosa sonrisa.
Hay algunas veces en que es mejor no cuestionar ciertas cosas, porque créanme lectoras mías todas, pero todas las cosas siempre pasan por algo, siempre.
Lo ato con unas vendas sus manos y sus ojos, lo tendió sobre su cama, se estaba entrando a él sin ningún tipo de pero.
-¿Sabes Gee?...Creo que está bien el ser un pecador, ¿no lo crees…?-
-Si mi amor, claro que si- le susurró al oído, repasando con su lengua el contorno de la oreja de Iero.
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